Cifras negras de la trata de personas

 

Mouris Salloum George*

La trata de personas está entre los tres primeros grandes tráficos internacionales, a la par que los de las drogas y las armas. Se miden, por su grado de rentabilidad.

 

En Europa, el incontenible flujo de inmigrantes es atendido con relativa civilidad por los gobiernos que forman parte de la Unión Europea. En los Estados Unidos, con los métodos más salvajes.

 

En recientes revelaciones de la Procuraduría General de la República se afirma que, en México, ese crimen (explotación sexual y trabajos o servicios forzados, etcétera) sigue sin ser dimensionado, pues no es posible hablar de números determinado de víctimas, ya que se carece de información real debido a la cifra negra. (La Jornada/ 30-VI-2018).

 

A principios de semana, Donald Trump volvió a la carga contra México con el tema, amenazando incluso con cerrar su gobierno si el Congreso la regatea fondos para su proyecto de seguridad migratoria, con financiamiento para el consabido muro.

 

Asegura el esquizofrénico inquilino de la Casa Blanca, que muchos indocumentados en territorio estadounidense utilizan a sus hijos con propósitos siniestros.

 

Lo que se niega a reconocer el orate del Potomac

Imposible pedir cordura al agresivo mandatario norteamericano; menos, que analice con serenidad la raíz del problema.

 

Primer recordatorio: Los negociadores del original Tratado de Libre Comercio, se negaron férreamente a incluir en su texto cláusulas sobre el libre tránsito de mano de obra.

 

Segundo recordatorio: En nuestros archivos tenemos algunas notas que informan que, desde la primera mitad de la década de los ochenta, despachos de abogados de Texas, Nuevo México, Colorado y Arizona, establecieron  contacto con sus pares mexicanos y personal de instituciones hospitalarias de algunos estados mexicanos, para ofrecer, a cambio de jugosas recompensas en dólares, adopción de lactantes o infantes nacionales.

 

Según nuestras fuentes (algunas órdenes religiosas canadienses), el hilo conductor remite esas prácticas a la Guerra Centroamericana –alentada desde Washington-, en la que se exterminaron comunidades indígenas completas; padres sobrevivientes huyeron con sus hijos especialmente hacia los estados del sureste mexicano.

 

El gobierno México acogió entonces a esas familias en campamentos de refugiados entre Tabasco, Campeche y Chiapas, para protegerlos contra su extinción. Ya mayoría tiene ya nacionalidad mexicana.

 

Los negocios: La pornografía y el tráfico de órganos

No es un asunto menor: Asociaciones civiles y  gobiernos estatales al otro lado  de la frontera norte, investigaron algunas denuncias. La compra de niños por fantasmales matrimonios que querían “adoptarlos”, tenía en realidad otros fines: Ocuparlos en depravadas prácticas sexuales, de las que derivó el negocio de la pornografía e, igual de grave, el asesinato de esos menores para la venta de órganos.

 

Lo que importan son las inversiones y el “libre” comercio

A lo largo de los gobiernos mexicanos neoliberales, para no tocar ni con el pétalo de una rosa el ánimo de los gringos, hicieron disimulo sobre esos crímenes de lesa infancia.

 

Como Trump, las autoridades mexicanas le siguen dando rodeos a la verdadera naturaleza de ese problema.

 

¿Qué ocupa ahora a los negociadores mexicanos del TLCAN, algunos los mismos que negociaron el original TLC? Lo que les preocupa salvar son las inversiones y el “libre” comercio.

 

Libre comercio: Hace unos días, Trump anunció la disposición de más de once mil millones de dólares del erario, para financiar a los productores rurales eventualmente afectados por los aranceles que en represalia están aplicando las economías perjudicadas a su vez por la política arancelaria de Washington.

 

Hace 25 años, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari aceptó mansamente en el TLC la draconiana suspensión de subsidios públicos a los campesinos mexicanos; ejidatarios y comuneros en su mayoría, que ahora forman parte de las legiones que ingresan con sus familias a los Estados Unidos con propósitos siniestros, a decir del orate del Potomac.

 

No queda la menor duda: Los tecnócratas mexicanos entienden mucho de Derechos Humanos.

*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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